Nunca antes tantos cientos de miles de indígenas en muchos rincones del país habían alzado su voz y habían expresado su sentir. Una decisión valiente. Cansados de los abusos y del silencio del Estado, los pueblos aborígenes unieron su sentir al de todo un pueblo, 2019 fue el año de las protestas, el 4 de diciembre de 2019 será recordado como el día en que la minga indígena nacional se hizo sentir. Pocos días antes de la marcha empezaron a llegar en los buses tipo escalera, coloridas y adornadas con las banderas verde, rojo y amarillo, se asentaron en la Universidad Nacional, donde fueron acogidos y desde donde planearon con cautela como sería su movilización en la marcha del 4D en el marco del paro nacional. Desde las 8 de la mañana del día esperado, y como si se tratara de una fiesta, acompañada por música, pancartas, colores y banderas, comenzaron a marchar desde la Universidad Nacional rumbo a la Plaza de Bolívar. La Guardia Indígena del Cauca siempre en primera línea, detrás de ellos los Nassa, los Coconuco, los Misak, los Pijao, los Ingas, los Muiscas. Representantes de más de 35 comunidades indígenas del país llegaron hasta Bogotá para formar una sola voz, ya el 21 de noviembre en el paro nacional habían manifestado su sentir y habían acompañado la protesta, sin embargo, ese día, ese 4 de diciembre su poderío fue innegable."Hoy se moviliza la dignidad del pueblo colombiano, hoy se movilizan los pueblos indígenas de Colombia en defensa de la vida, La Paz, los territorios y en contra del 'paquetazo' de Duque", afirmó en ese momento en su cuenta de Twitter el Consejero Mayor de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), Luis Kankui. La marcha fue pacífica, en la medida que caminaban fueron dando entrevistas a periodistas de todos los medios, varios salieron en televisión, como Erson Niquinas, indígena de la comunidad Guantana, quien manifestó que “lo importante es mantener la armonía y la paz entre los colombianos; no pelearnos entre nosotros es lo que predica la guardia indígena”. Según la Comisión de la Verdad, entre 1986 y 2019 en Colombia se presentaron el asesinato y desaparición de 223 autoridades étnicas y líderes sociales. De acuerdo con el censo de 2018, en Colombia viven 1.905.000 indígenas, representando así el 4,4 % de la población. Tan solo en el departamento del Cauca a asesinaron a 22 líderes sociales durante 2019. Las causas siguen siendo las mismas, pero la más fuerte es la de la eterna disputa por las tierras por parte de grupos armados que ven en esos territorios las posibilidades de seguir aumentando las producciones de drogas y negocios ilícitos. Esa fue una de las mayores razones para la movilización, sin embargo también marcharon por la garantías a las consultas previas y populares, como herramientas para proteger sus territorios de los proyectos extractivos, por el cuidado, protección y defensa de la madre tierra y sus territorios, por el respeto y la garantía a los derechos políticos, civiles, sociales, económicos, culturales y colectivos, así como del medio ambiente, por el fortalecimiento de sus autonomías y gobierno propio de indígenas, campesinos y afrodescendientes.
"A eso se le suma el nuevo enemigo invisible que los ataca y los está matando, el covid-19, mientras tanto el Gobierno sigue sin dar mayores respuestas ni soluciones"
¿Qué pasó después? Pese a la manifestación de ese 4D y de las del 21N, las violaciones e irrespeto por la vida de los pueblos indígenas no para, asesinatos y desplazamientos siguen siendo la constante sobre todo en los departamentos del Cauca, Nariño y Chocó. Recientemente 37 familias Embera lograron huir del enfrentamiento entre las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y el ELN en Bojayá- Chocó. "Queremos que nos ayuden, que manden seguridad especial para nosotros", fue el ruego de un indígena Embera el pasado 4 de abril, que, con poca fluidez del idioma castellano, trató de comunicarle al país que mientras la mayoría de colombianos están resguardados en sus casas en prevención al contagio del coronavirus, ellos le huyen a las balas en Bojayá. En la grabación difundida por la Federación de Asociaciones de Cabildos Indígenas del Chocó (Fedeorewa) se veía a más de diez niños asustados que junto a sus padres trataban de ocultarse de los disparos que se escuchaban a lo lejos. Los más pequeños eran cargados por sus madres en la espalda, mientras los hombres guiaban el camino entre los matorrales. Así han vivido siempre los pueblos indígenas, y así siguen viviendo, huyendo, huyendo de sus propios territorios y sin un lugar seguro a donde llegar. A eso se le suma el nuevo enemigo invisible que los ataca y los está matando, el covid-19, mientras tanto el Gobierno sigue sin dar mayores respuestas ni soluciones. Así han vivido siempre los pueblos indígenas, y así siguen viviendo, huyendo, huyendo de sus propios territorios y sin un lugar seguro a donde llegar. A eso se le suma el nuevo enemigo invisible que los ataca y los está matando, el covid-19, mientras tanto el Gobierno sigue sin dar mayores respuestas ni soluciones. Ciudades como Bogotá siguen albergando a cientos de miles de indígenas que desplazados de sus tierras llegaron en búsqueda de refugio, ahora los moviliza el hambre y la zozobra, confinados en la periferia de una ciudad fría y ajena no pueden vender sus artesanías ni regresar a sus territorios. //
"Así han vivido siempre los pueblos indígenas, y así siguen viviendo, huyendo, huyendo de sus propios territorios y sin un lugar seguro a donde llegar"